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pero sí habéis olvidado la exhortación paternal que os dirige la Escritura: Hijo mío, no desprecies la corrección del Señor ni pierdas el ánimo cuando él te reprenda, pues el Señor corrige a quien ama y castiga a quien reconoce como hijo. Aceptad vosotros la corrección, que es señal de que Dios os trata como a hijos. ¿Hay, en efecto, algún padre que no corrija a su hijo?

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